No me dejes Neruda

Porque eres el aire rozando mi silueta
porque estás en el agua que la lluvia llueve
porque caes en mis brazos como copo de nieve
y escribes con el lápiz que mi auxilio aprieta.
Porque en los amaneceres te reencarnas rocío
y en la noche retornas conejo allí en la luna,
cual silencio me quedo en ti neblina o bruma,
nunca estás detenido, temprano ni tardío.
Y cuando subes bajas y cuando bajas subes,
remontas en la ola sujeto de su espuma,
en el blanco reluces infiltrado entre nubes,
porque eres todo eso, no me dejes Neruda.

Y los mares disfrazan de pez tus ilusiones,
eres sol que en mi cuerpo con cariño se abraza,
rondas cada rincón si me cambio de casa,
emigrando conmigo migras mis emociones.
Alimento de ti me toca y me despierta
en el canto de un ave que se cruza en mi espacio,
cuando por la rutina vaga mi mano muerta
tu presencia me envía el alba y el ocaso.
El mutismo en sonido de la palabra muda
conviertes a mi paso sobre los folios puros;
recoge los suspiros que abandono al futuro
y suéñame despacio, no me dejes Neruda.

Del libro de Antología Un poema a Neruda.